Sebastián Zanni atiende el teléfono. Su hablar es tranquilo, sereno. Dirigió 42 Reinicio, película documental que se exhibirá mañana en el Cine Gaumont, en la Av. Rivadavia 1635, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a partir de las 20:15. Pero también es el protagonista de esa historia, cumpliendo ahí otra función. Se dirige a sí mismo.
El título de la obra arroja dos pistas: un número y una palabra. El primero responde a la edad que tenía cuando tomó una decisión importante, la de darle un cambio a su vida. El segundo término guarda relación con el tema, con él, con su historia personal, con el de un film y con el de un cambio en un camino espiritual.
Y si de comenzar se trata, el tráiler inicia con una imagen que se impone por sí sola: un hombre caminando, de espaldas a la cámara, en medio de un salar, paisaje imponente, blanco y celeste, mucho sol, y un horizonte; palabra relevante en esa edad cuando pensó: «42 años, 42 kilómetros».
Se le pide desarrollar esa foto que da inicio en la pieza publicitaria. Luego Sebastián dirá que también es el inicio de la película. “Simbólicamente representa lo que queríamos mostrar es estar en movimiento y que el horizonte está lejos. Uno está perdido en un punto, parece que nunca se llega a nada. Pero lo más importante no es que el horizonte llegue, sino estar en movimiento”, aclara.
La conversación avanza. El director rememora detalles de su pasado. Menciona un proyecto truncado, relacionado con otro director de cine, muy particular, el español Álex de la Iglesia, por quién dice comenzó a estudiar cine.
Aparece en el fluir del diálogo una de las cuestiones centrales, cuando cumplió 42 años e hizo ese reseteo, un click, cuando toma la decisión de hacer su opera prima, cuando se sentía sin horizontes. El 42, valga la redundancia, nunca pasa desapercibido. Es un quiebre.
En primera instancia, la idea original fue un producto netamente deportivo, sobre una maratón, pero cuando empezó a filmar, apareció la pandemia. Detenimiento para todos, pero hasta ahí nomás, en cierto sentido. En ese transcurso, lo espiritual emergió en él y modificó en cierta forma el rumbo de los acontecimientos, o por lo menos el de la producción. Se le pregunta por una impresión, en relación a su trabajo: pensar el documental como un proceso dentro de otro proceso. “Estoy de acuerdo 100 %”, agrega. Un aprendizaje.
Previo a esos 42 abriles, estudió en la escuela de Eliseo Subiela. Tiene un tatuaje en su brazo, en alusión a Álex de la Iglesia (se entiende que es por su admiración), según la información de la gacetilla de prensa. El cine lo lleva en el cuerpo, podría decirse. Entre otros datos, en ese documento se encuentra que Sebastián realizó seis cortometrajes. Se cuela en el diálogo uno de ellos. Se llama 261; sí, así, 261. Trata acerca del correr, del deporte, porque, se debe decir, Sebastián corre. Su experiencia cinematográfica como realizador está disponible en su canal de YouTube Visión Ferpecta Films. Siente que 261 fue como un ensayo previo.
Este relato no tuvo guion. “Hice un cronograma de las acciones como protagonista que quería hacer, ver como director qué cosas podían construir esas acciones”, fue su modus operandi de escritura. No tuvo referencias audiovisuales; se dejó llevar por sus propias búsquedas, en los tres años de etapas para llegar a cumplir su sueño.
Suma más información sobre el proceso, explicando que se preparó haciendo una investigación al respecto, mirando muchos documentales “tipo running”, según lo clasifica él. Ahí detectó algo. “Todas cometen el mismo error. Historias impresionantes, pero a los tres minutos ya sabía que iba a pasar y la película se torna muy aburrida”, dice. Se describen al pasar algunas cosas que suceden en el argumento, pero forma parte del contenido a revelar en la cinta, pero aquí no hay spoilers.
42 Reinicio tuvo su recorrido por otras salas del país e incluso se exhibió en cinematecas de Colombia. A modo de cierre, nace preguntarle qué aguarda del público: “Un factor sorpresa es lo que espero”. Y hace alusión a lo siguiente: “No se trata solo de una persona que corre, además de eso hay otra historia”. Espera que vaya mucha gente a la sala y que los mismos se encuentren con una realidad. Se lo escucha conforme con su trabajo. Termina la entrevista. Finaliza la llamada.
Por Luis Laffargue





