Victoria Ferrari: «La fuerza está en las imágenes»

El pueblo de Dios

El pueblo de Dios (God’s People, 2022) es un largometraje documental que funciona como la imagen de un barrio y trata acerca de la convivencia social, cultural y la práctica religiosa. Habla a la vez sobre los contornos, espacios, contextos y vínculos humanos en Villa Rosa, localidad del partido de Pilar, provincia de Buenos Aires. Se estrenó el jueves en el cine Gaumont y puede verse hasta el 2 de noviembre a las 18:45, en la sala María Luisa Bemberg.

Este escenario, parecido a otros, está dirigido y producido por Victoria Ferrari, quien dialogó con Días de Película sobre este proyecto hecho realidad. 

-¿Cómo surgió la idea?
-Al principio pensamos en una película sobre el Gauchito Gil. Luego, a partir de una noticia policial, sobre la muerte de una chica trans en Villa Rosa, nos acercamos al lugar. Empezamos a ir desde 2015 a 2020, y comenzamos a hacer vínculos y registros.

-Al ver la película, se pueden establecer tres partes: la postura de la Iglesia Católica, la postura del Evangelismo y la mirada sobre los seguidores del Gauchito Gil. ¿Hubo algún otro credo para retratar o solo se plantearon estos tres?
-Tuvimos que descartar algunos. Aparecieron cuestiones que tienen que ver con el exorcismo, la religión umbanda o San la muerte; el Gauchito Gil era devoto de él. Estas cuestiones decidimos dejarlas afuera. Después hicimos un recorte en las Iglesias Pentecostales, que es la de Dios es mi fuerza, de Alberto Gallo.

-¿Fue fácil el acceso a los entrevistados?
-No fue fácil. Una de las claves para el documental es el acceso. Era un desafío entrar porque no somos de esa comunidad, sino de San Fernando.
Se logró a través del vínculo, yendo, hablando y participando de las actividades que se hacían. Construido el vínculo comenzamos a grabar.

-El documental es rico en imágenes que muestran el contexto de un barrio, lo social, lo cultural, y también lo político. ¿Crees que hay imágenes que valen más que mil palabras en cada credo?
-La fuerza está en las imágenes. De todas formas, es un documental que tiene mucha voz de los protagonistas. Tuvimos un debate si poner las voces de los que dirigían las cúpulas o elegir la voz de los creyentes. Esa fue una decisión que tuvimos que tomar y hacer un recorte, sino era una película muy larga. Queríamos hacer un documental breve y que la atención del espectador esté condensada.

-¿Con qué se va a encontrar el espectador?
-El espectador va a espiar un poco los tres espacios religiosos: el santuario, la iglesia católica y la iglesia evangélica. Va a mirar ceremonias y escuchar testimonios. Se trató de ser lo más objetivo posible, dentro de una subjetividad que está impregnada en las imágenes. Se encontrará con un retrato, una foto que quisimos hacer de un barrio del conurbano bonaerense. Una imagen que se repite en otros espacios, otros conurbanos del país.

-¿Los realizadores son practicantes de algún credo?
-Sebastián y yo fuimos a una escuela de formación católica. Luego de egresar nos alejamos bastante de la Iglesia; de hecho, a mí me echaron de una escuela salesiana a los 15 años. Y justo se dio una reunión de trabajo donde me dijeron: te echaron y ahora haces una película que se llama El pueblo de Dios.

Ese día, durante el estreno del documental sucedió un hecho importante para el cine nacional. La Cámara de Senadores prorrogó hasta 2022 las asignaciones específicas para industrias e instituciones culturales. Un reclamo que preocupaba a gran parte del sector audiovisual. Sea la suerte, creencia, coincidencia, casualidad, tal vez paradoja de la vida, o simplemente un detalle de color, en definitiva, lo que el lector quiera decidir, esa aprobación se dio en el marco donde una producción nacional ve la luz bajo el nombre de El pueblo de Dios. Una obra construida por personas que, podríamos denominar, “el pueblo del cine”.

“Es fundamental para evitar que el cine, los documentales y la cultura puedan desaparecer, aunque parezca fuerte la palabra. Sin subsidios es muy difícil hacer cine, hacer teatro, hacer música. Entonces, me parece que si justo en el estreno se aprueba, es una gran victoria”, expresó Ferrari antes del estreno.

 

El pueblo de Dios es, ante todo, un documental argentino. Hay imágenes poderosas, variadas y cercanas. Hay personas que besan la cruz, otras que envían mensajes religiosos por radio y algunas bailando chamamé en días festivos. Son fotos del conurbano.

Hay grandes aciertos en la película: uno de ellos es la información de los planos, casi todos sin repetirse. La información de cada uno de ellos ayuda a construir un lugar, una idiosincrasia, una forma. Eso demuestra el gran trabajo de cámara, de horas grabadas.

Por último, hay equilibrio entre las partes, algo que por cierto puede ser difícil para encontrar objetivad. Todos tienen su tiempo, así como fue el tiempo de la realización, el tiempo de una aprobación fundamental para el cine para ese día o el tiempo del estreno. Son los tiempos del cine.

 

Por Luis Laffargue

 

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