La fila para ingresar a la sala principal del Cine Gaumont era interminable. El público estaba compuesto por personas jóvenes, entre los 20 y 30 años mayormente. Sin embargo el avance iba a paso ágil, para poder retirar la entrada. Una vez adentro, en el hall central se respiraba un clima de algarabía que impregnaba la Avant Premiere de Bajo Naranja, la película de Michael Taylor Jackson. Algunos esperaban conseguir una copa para brindar, otros se sacaban una foto en el backdrop instalado para la ocasión y unos cuantos se apresuraban para entrar y buscar una butaca que, poco a poco, se fueron ocupando. El arranque se demoró un rato, hasta qué, producción mediante para redes sociales, luces y celulares, hicieron su ingreso por uno de los pasillos laterales las actrices principales: Sofía Gala Castiglione y Vera Spinetta. Caminaron hacia el escenario, escoltadas por grupo que las acompañaban. Subieron. El director tomó la palabra, saludó y dijo que Bajo Naranja, la historia a punto de exhibirse, era un proyecto que había comenzado 4 años atrás. Luego le dio el uso de la palabra al elenco (él es el protagonista). Todos mostraban su alegría por el estreno de esta producción y todos expresaron un unánime respaldo a la situación actual del cine argentino. Aplausos. Terminado el acontecimiento, parte de los actores se retiraron de la sala y comenzó la función.
La primera imagen de esta comedia dramática presenta a un personaje extranjero. Está en la costa del río de la plata, en la zona sur. A lo lejos, las luces de un barrio con torres altas contrastan en el horizonte. Se lo ve caminar por las calles de San Telmo, le roban, pierde la documentación. Es un turista que está solo. La sinopsis oficial indica lo siguiente: “Yanqui, un ingenuo mochilero estadounidense, viaja a Buenos Aires para pasarla bien: vino barato, mate y empanadas. Primero visita la tumba de su héroe de la infancia, Hipólito Bouchard, un pirata franco- argentino que conquistó California en 1818. El viaje de Yanqui da un giro inesperado cuando le roban su dinero y su pasaporte. Con la embajada estadounidense cerrada, Yanqui no tiene otro lugar al que ir que el cementerio, donde acaba durmiendo junto a la tumba del pirata muerto”. Sí, duerme en una necrópolis, debajo de una palmera, al lado de su ídolo.
Al día siguiente, un grupo de amigos, actores que forman parte de un colectivo llamado Bajo Naranja, ensayan una obra de teatro, elemento y recurso narrativo central para comprender la trama y los detalles que van a ir surgiendo. En ese interín descubren al muchacho. En esa puesta en escena, arriesgada, política, creativa y alegre, no por el contenido, sino por la producción de sentido le proponen a Yanqui ser parte y que interprete el personaje de Henry Kissinger. Acepta. La aparición del Yanqui irrumpe en esa estructura, que en realidad se muestra como una antiestructura. Interviene la intervención.
A partir de ahí, como punto de giro en el guion para el resto del desarrollo, el estadounidense descubre cosas, aspectos del país en donde vive y de la nación de la que es originario. Se parece a un descubrimiento de sí mismo. Los personajes centrales son libres, apasionados, militantes (por qué no) y viven a su manera, un poco alejada de los estándares convencionales occidentales.
Uno de los puntos a favor que tiene la película, entre tanto cine y serie de plataformas que nos rodea hoy, es atreverse a mostrar una producción con diversos lenguajes: el inclusivo, la lengua no materna, el de los cuerpos, el de las ideas, el de la calle y el de los colores. Todo eso parece convivir en armonía.
Pero hay un color que sobresale: el naranja. Lógico, pero no solo porque una de las protagonistas tenga el pelo con ese color. Hay otro matiz, un manifiesto. En la información de prensa, el primer párrafo señala lo siguiente: “Como sociedad, a menudo legalizamos nuestras perversiones y castigamos lo que nos cura. Para hacer frente a nuestra confusión, el psicoanálisis recomienda la realización de nuestro inconsciente colectivo en nuestro consciente a través de la sublimación. Mientras que esta canalización de nuestra oscuridad en la creatividad puede crear una catarsis, nuestra brújula moral sigue siendo ambigua. Bajo Naranja apunta a las contradicciones de un mundo cada vez más engañoso donde el internet es real y las
noticias son falsas, donde el medio confunde el mensaje”.
El elenco principal está integrado por Sofía Gala Castiglione (Paty), Vera Spinetta (Frida), Michael Taylor Jackson (Yanqui), también el escritor de esta suerte de coming of age, Bel Gatti (Goya), Gianluca Zonzini (Dante) y la participación especial de Kevin Johansen. Es una coproducción entre Estados Unidos y Argentina y la duración es de 85 minutos. Hablada en castellano e inglés.
Bajo Naranja funciona como una idea política. La expresión colectiva de un sector de la sociedad buscando la forma de decir “soy esto”, con personajes interesantes y trama en algunos momentos un poco inverosímiles pero que invita a la reflexión. Es un disparador, algo distinto. Al terminar la función, todos los presentes emitieron un fuerte aplauso. Palmas felices. Frases de elogio. Un estreno logrado. Fin.
Por Luis Laffargue